lunes, 30 de agosto de 2010



Cuando nuestros planes se

convierten en cenizas


INTRODUCCIÓN:

La voluntad de Dios siempre es lo
mejor para nosotros.

La obediencia es la única forma de encontrar gozo
duradero y contentamiento. Tristemente, a veces
dudamos que lo que Dios nos propone sea lo
mejor para nosotros. Abandonamos, entonces,
la senda estrecha y vamos tras nuestros propios
deseos rechazando los preceptos bíblicos e
ignorando las indicaciones del Espíritu Santo.
Y quizá eso nos satisfaga por algún tiempo, pero
en última instancia rebelarnos contra el Padre
siempre nos lleva al fracaso.

Es preciso recordar que todo lo que
adquirimos fuera de la voluntad de Dios
termina convirtiéndose en cenizas. Y la
parábola del Hijo Pródigo ilustra esa verdad.
Este joven pidió su herencia por adelantado y
la utilizó para satisfacer sus deseos egoístas.
Pero cuando se le terminó el dinero vio que su
situación era peor que la de los jornaleros que
trabajaban para su padre y entonces su rebeldía
se tornó en pobreza espiritual, relacional y
física.

DESARROLLO DEL TEMA:

Dios nos permite adquirir cosas que
están fuera de su voluntad.
En la parábola, el padre permitió que su hijo
saliera del hogar llevando consigo la herencia. Es
evidente que ese joven por largo tiempo estuvo
haciendo planes de ir a un lugar lejano y tener
libertad para vivir a su antojo. Aunque es seguro
que su padre no lo ignoraba, no le impidió salir y
cumplir sus deseos.



De la misma manera, nuestro Padre celestial
nos da libertad para tomar decisiones sabias o
equivocadas, pues no nos creó robots para
obedecer sus órdenes automáticamente.
Por eso permitió que en el Edén Adán y Eva
desobedecieran sus instrucciones. Puesto que
nosotros tenemos la misma opción, nuestra
obediencia es evidencia de nuestro amor a Dios
y deseo de someternos a su voluntad.
Dios nos permite disfrutar de los
placeres del pecado por un tiempo.


¿Por qué es placentero rebelarse contra el Señor?

Porque cumple un deseo por un tiempo corto y
el hecho de ser algo prohibido lo hace más
atractivo. Además, el pecado suele producirnos
satisfacción inmediata; por eso el hijo pródigo
quiso recibir su herencia por adelantado. En
cierto sentido, la desobediencia es placentera,
aunque sea por breves momentos. El hijo pródigo
fue lejos para escapar de las restricciones de su
padre, porque iba en busca de los placeres y
pasiones sin importarle el costo (Lc 15.15, 30).
Pero aunque salió con mucho, terminó perdiendo
todo: sus amigos, su fortuna y su dignidad.


¿Por qué desobedecemos la voluntad de Dios?


Una razón es que el pecado nos hace enfocarnos
en nuestros deseos o en los problemas inmediatos,
pues Satanás limita nuestra visión a lo que más
nos atrae. Hebreos 11.25 habla de “los deleites
temporales de pecado” que nos llevan a
olvidarnos de las bendiciones de las que
disfrutamos como hijos de Dios, sin tomar en
cuenta las consecuencias de nuestra
desobediencia.



Otra es que a toda costa deseamos ir a la
provincia apartada que es cualquier lugar o
momento en el que andemos fuera de la
voluntad de Dios, sin pensar que, aunque parezca
algo fabuloso, tarde o temprano se convertirá en
cenizas. Pero no olvidemos que el Señor ha dicho
que “el alma que pecare, esa morirá” (Ez 18.4) y
que “la paga del pecado es muerte” (Ro 6.23). O
sea, que si nos empeñamos en seguir fuera de la
voluntad de Dios, todo se convertirá en cenizas y
nosotros quedaremos en bancarrota total.
El remedio y la respuesta de Dios.

El hijo pródigo había fracasado. No obstante, el
Señor dijo algo inesperado:mientras atendía a los
cerdos, el joven volvió en sí (v.17). Inmediatamente
decidió regresar a casa de su padre, confesarle
su pecado y pedir trabajo como uno de los
jornaleros. Es decir, el hijo había salido de su
hogar, pero jamás dejó de ser parte de la familia.
Cristo relató esa parábola para declarar a los
fariseos que lo criticaban por asociarse con
publicanos y pecadores, que el Padre celestial, a
semejanza del padre del pródigo, está presto a
recibir al hijo arrepentido. Además, no se limitó a
perdonarlo sino que se deleitó en restaurarle
todos los beneficios de hijo suyo y dio órdenes
para celebrar su regreso al hogar. Cierto, no
podía borrar totalmente su pasado ni recuperar
todo lo perdido.

Es decir, Dios no está obligado a
evitar las consecuencias naturales de nuestras
decisiones erróneas ni otros efectos adversos,
productos de nuestra imprudencia y obstinación.
Sin embargo, nosotros no tendremos que pagar
el precio eterno de nuestro pecado porque
Cristo ya canceló totalmente esa deuda.


Usted y yo podemos confiar en que, aunque
estemos entre las cenizas de nuestras decisiones
ajenas a los planes de Dios, debemos volver en sí,
reconocer y confesar nuestro pecado, sabiendo
que Él lo perdonará (1 Jn 1.9), y que de ahí en
adelante será mejor seguir sumisos a la voluntad
de Dios, disfrutando de su amor y obedientes a Él
en todo. Al mismo tiempo, que todos los que
todavía no han creído en Cristo como su salvador,
deben implorar el perdón por su rebeldía contra
Dios y aceptar la salvación que Cristo les ofrece
gratuitamente. Entonces el Espíritu Santo los
sellará por toda la eternidad como hijos de Dios y
los “guiará por sendas de justicia por amor de su
nombre”(Sal 23.3). Además, todos debemos pedir
que nos perdone de toda transgresión pasada,
presente y futura, y gozarnos porque en Él
encontramos perdón, aceptación y regocijo por
regresar a la familia de los redimidos por la sangre
de su Hijo.




CONCLUSIÓN:

¿Su vida ha sido reducida a un puñado de
cenizas?

Quizá la devastación sea obvia para

todos o que el fuego del pecado haya consumido
todo su interior dejando profundas huellas
internas. Pero nuestro Padre celestial puede
restaurarle aunque la destrucción haya sido
casi total. Vuelva en sí, admita que se ha alejado
de su voluntad y abandone su rebeldía. Permita
que Él le demuestre su misericordia infinita de
manera personal, que le acoja amorosamente en
su seno paternal y le sustente con su presencia
y la diestra de su justicia (Is 41.10) para hacer
frente a cualquier amenaza del enemigo de
nuestras almas.

Amigo, a los pies del trono de Dios le espera
el perdón, la aceptación, la restauración y el
regocijo. Regrese a Dios y permítale hacer una
obra hermosa de las cenizas de su vida.

martes, 10 de agosto de 2010

Dios nos indicará su voluntad

Jeremías 29.11-13


Dios tiene un plan para nosotros
Él promete dárnoslo a conocer si genuinamente
deseamos saber en qué consiste, pues ha dicho:
“Porque yo sé los pensamientos que tengo
acerca de vosotros, dice El Señor, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin queesperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y
oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me
hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro
corazón” (Jer 29.11-13).


Aunque esta promesa fue dada expresamente
a Israel, también se aplica a todo aquel que
desee conocer su voluntad. En ella se observa
todo género de bienestar: felicidad, ventura,
éxito y satisfacción; no malestar, problemas,aflicción ni dolor, garantizando que si es
necesario, Dios moverá cielo y tierra para
mostrarnos su voluntad. El conocimiento
amplio de este principio es esencial para
descubrir el propósito y el plan de Dios
para nosotros.


DESARROLLO

Podemos confiar en que Dios quiere
que conozcamos su voluntad.
Debemos conocer el propósito de Dios al
llamarnos para ser y hacer lo que Él desea. No
estaría de acuerdo con su naturaleza que Él nos
ocultara su voluntad específica y al mismo
tiempo esperara que anduviéramos en sus
caminos. La Biblia también promete que Él nos
dirigirá, por lo que todo lo que tenemos que
hacer es pedírselo, pues ha dicho:“Fíate de
El Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu
propia prudencia. Reconócelo en todos tus
caminos, y Él enderezará tus veredas” (Pr 3.5-6).
Y también el apóstol Pablo nos hace ver que
es posible ser “llenos del conocimiento de su
voluntad” (Co 1.9). El Señor es fiel para mostrar
“la senda de la vida” a aquellos que la buscan
(Sal 16.11).

Medios para descubrir el plan de Dios
para nuestra vida.


Leamos su Palabra:

Muchos descuidan la

verdad bíblica y de esta manera se alejan de
la voluntad de Dios. Es necesario que la Biblia
alumbre cada paso de nuestro camino
(Sal 119.105).

Oremos.

Pidamos al Señor que nos guíe. Él

ha prometido contestarnos si pedimos
conforme a su voluntad (1 Jn 5.14-15).



Oremos y escuchemos.

Debemos estar
dispuestos a
preguntarle y luego a escuchar

lo que Él quiera decirnos.

Circunstancias:

Para todo hijo de Dios no

hay tal cosa como coincidencias y en general
nuestro Padre no cierra una puerta a menos
que abra otra.

Escuchemos buenos consejos:

Antes de
aceptarlos, es preciso
averiguar si la persona

que pudiera dárnoslos vive en obediencia a
Dios. Y no preguntemos:“¿Qué cree usted que
debo hacer?”, sino:“¿Qué cree usted que diga
la Palabra de Dios que debo hacer?


Manifestaciones inusitadas:

Dios habló a
Moisés llamando su atención
a una zarza que
ardía y no se consumía
(Éx 3.2); Pablo tuvo

una visión de un hombre rogándole que fuera
a Macedonia y les anunciara el evangelio (Hch
16.9). Tratándose de asuntos importantes, a
veces el Señor manifiesta su voluntad de
manera inusitada.

Obstáculos para descubrir la voluntad
de Dios.


Terquedad.

Si ya hemos tomado una decisión,

nos será difícil escuchar lo que el Señor quiera
que hagamos.

La influencia de otros.

Muchos podrán darnos

razones por las que no podamos lograrlo o decir
que Dios no nos demandaría un sacrificio tan
grande.

Ignorancia de la Palabra de Dios.

En la
actualidad está surgiendo
toda una generación que

casi nada sabe de la Biblia, y sin ella
jamas podriamos saber cual es la voluntad
de Dios.


Dudas.

No olvidemos que Cristo dijo:“Pedid,

y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el
que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mt
7.7-8), por lo que, si hemos escuchado la voz de
Dios no dudemos de lo que Él nos diga (Stg 1.6-8).


Sentir que somos indignos.

El Padre ama

igualmente a todo creyente. No creamos la
mentira que dice que no merecemos su gracia
ni su atención especial.


Pecar deliberadamente.

Si hemos decidido

vivir en pecado, el Padre no nos dará a conocer
su voluntad.

¿Cómo saber con certeza que lo
hemos escuchado?

Hagámonos las siguientes preguntas: ¿Esta
decisión concuerda con la Palabra de Dios?
La respuesta que recibamos debe ajustarse a las
enseñanzas de la Biblia. ¿Podemos realmente
pedir a Dios que nos ayude a lograr nuestro
objetivo? Solo si nos hemos sometido a su
voluntad podemos pedir su apoyo. ¿Tenemos
paz genuina en cuanto a nuestra situación?
Si tenemos aun la menor inquietud, no nos
apresuremos a tomar una decisión sino
acojámonos a sus promesas (Col 3.15).



¿Concuerda esta decisión con ser seguidor de
Cristo? ¿Cómo encaja con el plan de Dios para
nosotros?

Podemos estar seguro que nuestro

Padre celestial ha preparado lo mejor para
nosotros. Y por fin: ¿Esta decisión honra a
Dios? Si hay peligro de que nuestra decisión
no lo glorifique, es porque no es conforme a
su voluntad.


CONCLUSIÓN:


¿Cómo podremos conocer la voluntad de Dios?

Comencemos leyendo la Biblia, busquemos su
rostro en oración y esforcémonos por descubrir
su voluntad analizando las circunstancias.
Además, pidamos la ayuda de creyentes
consagrados para saber aplicar las verdades
bíblicas y si persiste la inquietud, pidamos al
Señor que nos permita saber si Él está haciendo
algo nuevo en nuestra vida. Por otra parte no
nos sorprendamos si Dios nos lo da a conocer
por alguna manifestación inusitada.

Por fin al saber lo que Él desea que hagamos,
no permitamos que la duda, el temor o el
pecado intencional nos impida obedecer lo que
Él nos indique al respecto. Nuestros planes
personales no pueden compararse con todo
lo que el Padre ha reservado para nosotros. Lo
más sensato que podamos hacer es obedecer a
Dios y dejar las consecuencias en sus manos,
pues no olvidemos que, si es necesario, Él
moverá cielo y tierra para mostrarnos su
voluntad.

sábado, 26 de junio de 2010

La pasión del creyente

Leer 2 Timoteo 1:1-11




Un fuego no puede mantenerse ardiendo si no es alimentado. Igualmente, el fervor de un creyente puede apagarse si es descuidado.

Los creyentes nuevos comparten su fe de manera apasionada, y experimentan el gozo y la paz de Dios. Pero ese celo puede evaporarse sin querer. Por 1 Timoteo 1:6, 7, podemos ver que Timoteo dejó que la llama de su fe se redujera un poco.

Los cristianos pueden experimentar un “enfriamiento” por varias razones. Cuando golpea una tragedia, la persona puede sentir que sus oraciones no fueron contestadas, y que a Dios no le importa. Si por esa razón ora menos, será fácil apartarse del Señor. Otras veces, los creyentes pueden descarriarse porque son desviados por las prioridades del mundo; el entusiasmo de Timoteo menguó por las mentiras de los falsos maestros y por el temor. No importa cuál sea el motivo del enfriamiento, Satanás es la causa fundamental; al apartar a los cristianos de su devoción a Dios.

El alejamiento del Señor puede ser sutil y difícil de detectar. Hay seis preguntas que pueden ayudarle a saber si su entusiasmo por Dios se mantiene firme:

1. ¿Siente gozo en el Señor y el deseo de servirle, compartir el evangelio y ayudar a quienes padecen necesidades?


2. ¿Dedica tiempo a la lectura de Biblia?


3. ¿Ora, sabiendo que Dios obra en su vida?


4. ¿Asiste fielmente a la iglesia, y diezma?


5. ¿Tiene gozo, paz, y esperanza en Jesús?


6. ¿Se mantiene firme en sus convicciones?

Si no puede responder “sí” a la mayoría de las preguntas, es posible que su fuego esté disminuyendo. Confiésele esto al Señor, y pídale Su ayuda para que Él le avive la pasión.

lunes, 3 de mayo de 2010

Cumplir con sus principios como cristiano y hombre de familia, le ha costado al actor de Hollywood Neal McDonough ser despedido de su papel protagonista en una serie de televisión. La cadena ABC alegó simplemente "cambios en el casting inicial". ¿La verdadera razón? McDonough se niega a realizar escenas de sexo explícito.

Según ha dado a conocer Kathleen Gilbert en Life Site News, la cadena de televisión norteamericana ABC despidió a McDonough tras sólo tres días de rodaje de la serie llamada Scoundrels por negarse a realizar escenas de sexo explícito que debían ser rodadas con la actriz Virginia Madsen. La cadena de televisión esgrimió como argumento oficial un simple cambio en las decisiones de la selección de actores.

McDonough, católico, está casado y es padre de tres niños pequños, ya había rechazado anteriormente rodar escenas de este tipo con la actriz Nicolette Sheridan, cuando interpretaba el papel de su marido en la quinta temporada de la serie «Mujeres desesperadas», también de la ABC, así como en la serie «Boombtown», de la NBC. De manera que los productores debían conocer muy bien los principios que este afamado actor no está dispuesto a traicionar.

Nacido en 1966 en Dorchester (Massa-chusetts), hijo de padres irlandeses, McDonough estudió Arte Dramático en la London Academy of Arts and Sciences. En 1999 obtuvo el Premio del jurado en el Festival de cine de Atlantic City, y más recientemente, una nominación a los Screen Actors Guild Awards. Ha rodado más de veinte películas, entre ellas: Minority Report, Star Trek VIII: Primer contacto y Banderas de nuestros padres, y también series de éxito como la citada Mujeres desesperadas o la mini-serie Hermanos de sangre.

Por su trabajo en Scoundrels iba a cobrar un millón de dólares, pero no ha dudado en renunciar a ese atractivo sueldo por ser fiel a su Fe y a sus principios. Todo un ejemplo para los tiempos que corren.


Gracias a Dios todavia existen muchos Católicos que saben serlo en hechos y no en palabras.

sábado, 24 de abril de 2010

¡Vamos a comer!


Media hora tres veces por semana puede fortalecer los lazos de su familia






por Mimi Greenwood Knight





El mejor instrumento para acercar más a su familia podría ser sentarse en el comedor de la casa en este momento. ¿Ve esa cosa larga de madera con cuatro patas y sillas alrededor de ella? Sí, es su mesa del comedor. Si su familia es como muchas, es posible que tenga que quitar una capa de polvo o una pila de papeles antes de que pueda utilizarla. Recoja, entonces, los papeles y rocíela con algún pulimento, porque valdrá la pena.


El protocolo de las comidas en familia


Antes, cenar en familia era la norma, no la excepción. Se encendían las luces de la calle, los niños dejaban de jugar, y se dirigían a casa para comer arroz, frijoles y carne.
Allí estaban papá y mamá y el resto de la familia, y aunque no todos las conversaciones durante la cena eran divertidas, era alrededor de la mesa que los hijos llegaban a saber qué creían sus padres. Allí era donde se transmitía la fe de la familia, donde los niños heredaban los valores de sus padres, y donde podían hablar tanto de los logros como de las frustraciones del día.
Entonces, ¿qué sucedió con esas reuniones por las noches de papá, mamá y los hijos alrededor de la mesa? Las comidas en familia hoy día tienen que competir con actividades después de clases y las asuntos pendientes en casa, los entretenimientos electrónicos, los dos trabajos de los padres, y miles de variables más. Lograr reunir a todos al mismo tiempo y en el mismo lugar puede ser una hazaña monumental.


Hagan la prueba


Entonces, ¿por qué hacer el esfuerzo? Para empezar, porque estudios muestran que los niños que se reúnen regularmente con sus padres alrededor de la mesa, tienen un vocabulario más amplio, sacan mejores calificaciones, y son menos propensos a experimentar con drogas y relaciones sexuales prematrimoniales.
Por otra parte, muchos hogares son como casas de huéspedes cuyos habitantes se cruzan para hacer cada quien su propia actividad. Es hora de detenerse y relacionarse unos con otros. Los hijos tienen hoy un millón de voces que gritan en sus oídos, mensajes que les harían a ustedes encogerse de miedo. Esa mesa olvidada del comedor puede ser el lugar ideal para que ellos escuchen la única voz terrenal a la que prestarán atención por encima de todas las demás —la suya.


A hablar, entonces


Las comidas en familia hacen resurgir la tradición oral, la conversación. Así es. Los expertos en desarrollo infantil dicen que los niños —especialmente los adolescentes— se comunican mejor con sus padres cuando tienen una actividad secundaria que elimine parte de la presión. Untar con mantequilla una rebanada de pan, volver a llenar el vaso de jugo, y servirse un poco de ensalada en el plato, proporciona la distracción perfecta para que ustedes les pregunten cómo les fue en el día, compartir sus creencias y escucharlos, haciendo que sus hijos se sientan lo suficientemente cómodos para abrirse y compartir también sus intereses y preocupaciones.
Una vez que la comunicación se vuelve fluida, ustedes tienen la oportunidad de analizar con sus hijos las experiencias que tuvieron en el día, para ayudarles a tener la perspectiva de Dios y considerar las cosas en un contexto bíblico. No se trata de darles un sermón, ni de tener un devocional familiar, sino de un tiempo para conectarse, animar, exhortar y hacer preguntas sobre todo lo que el mundo les hizo experimentar ese día.
El Dr. Donald W. Welch, profesor de Educación Cristiana y Estudios de la Familia en MidAmerica Nazarene University, compara a momentos como éstos, con hacer depósitos en la cuenta bancaria emocional de un niño. Cuando las cosas se vuelvan problemáticas entre usted y su hijo, o cuando llegue a una edad en que comenzará a alejarse de la familia, el recuerdo de las veces que se sentaron a comer juntos será de inmenso valor. Usted descubrirá que esa experiencia le ayudó a acumular un jugoso "saldo" que puede utilizar.


Decídanse a hacerlo


Mírenlo de esta manera. Las cosas más valiosas de la vida exigen resolución. Su entrenamiento físico, el estudio de la Biblia, el tiempo a solas con Dios, la interacción con su cónyuge, no son por casualidad. Ustedes tienen que reconocerlas como una prioridad, y luego tomar la decisión deliberada de realizarlas. Comer juntos como familia no es diferente. Decidan que esto es importante. Luego, piensen en cómo van a hacerlo.
Para la mayoría de nosotros, comer juntos siete —o incluso cinco— noches a la semana no es fácil cuando tenemos ensayo del coro, lecciones de ballet, fútbol, clases de música y asuntos de la escuela. ¿Por qué no pensar en sólo tres noches a la semana? Ahora bien, coloquen un calendario familiar en un lugar visible, y pida que todos anoten allí sus compromisos semanales. Si al comienzo no pueden reunirse sino dos veces por semana, o incluso una, que cada miembro de la familia se comprometa seriamente a sacar tiempo para cenar juntos los días en que estén disponibles. Sigan después estos consejos para aprovechar al máximo su tiempo juntos:


Esperen. Si alguno en la familia tiene que llegar un poco más tarde a casa, tengan algunas meriendas saludables para comer, hasta que todos estén presente.


Relájense. No conviertan a las comidas en un tiempo para regañar sobre las calificaciones de la escuela, o reñir por las tareas que no hicieron. Mantengan las comidas libres de estrés, relajadas y entretenidas.


Cero electrónicos. Prohíban teléfonos celulares, aparatos de video y cosas semejantes en la mesa. Apaguen el televisor, y dejen que la máquina contestadora grabe los mensajes. El tiempo en familia se convertirá en sagrado sólo si ustedes lo tratan como tal.


Trabajen en equipo. No pongan sobre un solo miembro de la familia la carga de cocinar y limpiar después de cenar. En vez de eso, preparen las comidas juntos, y túrnense las tareas, como servir y limpiar la mesa, y lavar los platos.


Preguntas abiertas. No aburran a sus hijos con veinte preguntas sobre su día. Más bien, compartan el día de ustedes con ellos, y anímenlos a hacer preguntas para conseguir que ellos también lo compartan.


Escuchen activamente. Nuestros hijos rara vez dicen lo que está en sus mentes cuando nosotros queremos. Cuando ustedes sienten que no están consiguiendo nada, ese es el momento que ellos deciden hablar. Sepan cuándo hablar y cuándo callarse y escuchar.


Enseñen, no prediquen. Sí, las comidas en familia son un buen momento para enseñar modales en la mesa, pero háganlo de una manera relajada y divertida. Una idea es susurrar "malos modales" en el oído de cada persona, para representarlos esa noche, y dejar después que el resto de los miembros de la familia traten de identificarlos en los demás. Se sorprenderá de lo que aprenderán los niños viendo hacer algo de manera incorrecta.


Sean creativos. Túrnense para preparar un postre favorito, o para escoger un tema de conversación para la noche. O pida que cada uno diga una cosa agradable acerca de cada uno de los que están en la mesa, incluidos ellos mismos.


Sean flexibles. Si los niños tienen ideas en cuanto a cómo les gustaría hacer algunas cosas, estén abiertos a sus sugerencias.


Simplifiquen. Las comidas no deben ser especiales o formales. Usen platos de cartón y servilletas de papel si no les gusta limpiar. Cuando lo único que pueden llevar es una pizza, o si es más fácil salir a cenar, háganlo.


Tengan el tiempo en familia en cualquier momento. No tiene que ser en la hora de la cena. Planeen un desayuno-almuerzo un sábado, y un almuerzo un domingo.


Manténgase firmes. Declaren que las comidas juntos son una prioridad, aunque eso signifique competir con entrenadores deportivos y otros adultos que planeen actividades después de clases, que interfieran con el tiempo en familia.


Hagan de las comidas en familia su nuevo proyecto favorito. Esperen oposición al comienzo, sobre todo si comer juntos no ha sido una prioridad. Pero sospecho que una vez que ustedes y el resto de la familia se den cuenta de los lazos y los recuerdos felices que pueden crearse alrededor de la mesa del comedor, la hora de la comida con su familia se volverá pronto en el momento preferido del día.


lunes, 22 de febrero de 2010

Para Guatemaltecos y el mundo...

Quiero compartir con todos ustedes una cancion 100% Guatemalteca, realizada por un grupo de amigos, que con mucho profesionalismo y esmero han logrado plasmar en su letra, un mensaje que nos motiva a ser parte de un cambio que urge en nuestro pais.

Les dejo un video con la canción:





Si alguno de ustedes quiere la copia original del disco, escribanme a la siguiente direccion:

viniyon@hotmail.com

y yo personalmente les estare enviando a cualquier parte del mundo.

bendiciones a todos,

NOta: el disco en este momento esta siendo masterizado en los Estados Unidos, y saldra a la venta a mediados de mayo, asi que ese sera el tiempo para que puedan recibir su copia.

costo: 15 dolares mas gastos de envio. a cualquier pais.
en Guatemala el costo sera de Q125.00 mas gastos de envio.

jueves, 4 de febrero de 2010

El peligro del endurecimiento del corazón

Leer | Hebreos 3.7-19

Dios llama una y otra vez a sus hijos, pero la condición de cada corazón determina el resultado. Quienes tienen un corazón piadoso, escuchan su voz y se rinden a Él en obediencia; pero los de corazón endurecido rechazan sus amonestaciones y mandamientos. Sorprendentemente, al escuchar la misma voz algunos creyentes se sienten motivados a tener una relación más profunda y más obediente con el Señor, mientras que otros la desprecian y rechazan a Dios.

Puesto que el endurecimiento es un proceso lento que a menudo está acompañado de justificaciones y excusas, las señales de peligro pueden no ser fácilmente reconocidas. ¿Cómo responde usted cuando el Señor le habla a través de su Palabra, de su conciencia, o de mensajes basados en las Escrituras? Considere cuidadosamente las siguientes características de un corazón endurecido:

  • Insensibilidad ante lo que dice Dios
  • Rechazo a someterse a su autoridad
  • Desobediencia a cumplir lo que Dios pide
  • Justificación de la conducta pecaminosa
  • Resistencia a las amonestaciones de otros
  • Preocupación por las cosas de este mundo (la profesión, las relaciones, las cosas materiales)
  • Poco interés en los asuntos espirituales
  • Falta de vida devocional (lectura de la Biblia y la oración)
  • Evita la adoración a Dios en público
Un corazón rebelde no tiene que permanecer en esa condición. Si usted ha descubierto alguna de las características anteriores en su vida, comience hoy mismo a volver al Señor. Pídale que le dé un corazón nuevo para conocerle (Jer 24.7). Recuerde que Él se especializa en hacer nuevas todas las cosas (2 Co 5.17)