jueves, 10 de diciembre de 2009

¡Su fe peleará por usted!

La fe sabe cómo ganar. La fe nunca ha perdido una batalla. Si no lo cree, pregúntele a Moisés, que enfrentó el Mar Rojo. Pregúntele a David, que escapó de Saúl por su vida. Pregunte a Daniel, que fue arrojado a un pozo con un león. Su fe es un arma divina que derrotará todo ataque del enemigo. Se tragará el temor y le permitirá caminar en los propósitos de Dios.


David declaró que podía desbaratar ejércitos y saltar sobre los muros por medio de la fe en Dios (2 S 22:30). He aprendido que por cada milagro que Dios me da, primero tengo que saltar sobre el muro de mis limitaciones impuestas por mí mismo que gritan: "¡No puedes hacer eso!".

Pero si doy el salto, sólo es cuestión de tiempo antes de que Dios me capacite para desbaratar un ejército y tomar la victoria. Sea una expansión en el ministerio o un desafío con mi familia, mi fe peleará por mí. ¡Y su fe peleará por usted!

Usted tiene que exponer esos pensamientos que oye en su mente y dicen: "Es inútil. Es imposible". Tráigalos a la luz, y vea cómo son a través de los ojos de la fe. Ellos forman el muro que usted debe saltar en fe para recibir el milagro de Dios.

Como creyente, su fe en Dios pelea contra el temor como los glóbulos blancos luchan contra la infección en su cuerpo. Destruye la infección y la causa no deseada de la enfermedad. Esto es lo que ocurre cuando el temor ataca y usted declara la Palabra de Dios: "Fe, ¿a dónde estás yendo?" "Voy a pelear por el creyente que está siendo atacado por el temor. Están clamando a Dios, ¡y mi misión es erradicar la fuente de su temor!"

La Biblia dice que el temor de Dios es limpio (Sal 19:9). Cualquier otro temor es sucio y tiene tormento. Caminar en el temor del Señor es fe en acción. Nos libera del temor al futuro, del temor al fracaso y de todo temor que atormenta. Su fe peleará contra todo temor, ¡y siempre ganará!

Usted no tiene que ser gobernado por sentimientos negativos. En realidad, ninguno de los cinco "reyes" de nuestros cinco sentidos es un competidor para el poder de la fe liberado en su vida. La fe alaba a Dios por la respuesta antes de que ésta llegue. Pisa sobre el cuello de toda mentira que se opone a los propósitos de Dios para su vida. La fe puede mover montañas y siempre hace la voluntad de Dios en usted y para usted.

Lo animo a orar conmigo para permitir que la fe -su sexto sentido- destruya el poder de esos cinco "reyes" sobre su vida:

En el nombre de Jesús, vengo a ti, Señor, y te pido que la sangre de Jesús me limpie de todo viejo "humo" que he arrastrado desde aquello por lo que pasé. Ayúdame a poner el pie sobre el cuello de los cinco sentidos que ven y oyen mentiras y creen que son verdades. Ayúdame a destruir los sentimientos que me hacen dudar de tus promesas. Quita de mi corazón el sabor amargo de las heridas, ofensas y falta de perdón. Pongo el pie sobre el cuello de cada rey que trata de detener el propósito de Dios en mi vida. Pelearé la batalla de la fe y tomaré la victoria. Gracias, Señor. En el nombre de Jesús, amén.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Santa Claus si existe....

Nicolás de Myra: Una vida entregada

La sorprendente y verdadera historia de San Nicolás


Ya sea que usted enseñe o no a sus niños a creer en San Nicolás, tendrá que vérselas con la enorme influencia cultural de este personaje. He aquí algunas verdades en cuanto al verdadero hombre del traje rojo.


Las raíces de "Santa Claus" no se encuentran en las nieves del Polo Norte, sino en la región conocida ahora como Turquía. Escritos cristianos antiguos revelan que la persona real fue un hombrecito que medía poco más de metro y medio. Como cardenal de la iglesia primitiva, Nicolás de Myra debió haber vestido una larga capa roja, y la pintura primitiva lo muestra con una barba blanca y cabeza calva. Pero lo que convirtió a este pionero de la iglesia en un modelo de la Navidad, no fue su apariencia física, sino su espíritu generoso, su gran compasión y su infinita generosidad, que inspiraron la leyenda de una celebración conocida ahora por millones de personas en todo el mundo.


El contacto de Nicolás con la cultura local se vio atenuado por sus padres, cristianos fieles que mostraban su fe no sólo por medio de sus palabras, sino también a través de la acción. Daban para el trabajo misionero, y ayudaban a alimentar a los pobres. También llevaban a Nicolás a los servicios religiosos, y lo inscribieron en clases de historia y teología. A los jóvenes cristianos se les enseñaba La Didaché, una antigua guía de principios para tener una vida recta, que invitaba a los cristianos a aceptar gustosa y plenamente los dos grandes mandamientos: amar a Dios con todo el corazón, y amar al prójimo como a sí mismo (Mt 22.37-40). Estas lecciones tuvieron un gran impacto sobre Nicolás. Como adolescente, compartía parte de su mesada con los niños pobres que no tenían suficiente para comer. Pero el hecho que realmente lo distingue comenzó con la quiebra de los negocios de un amigo de la familia.


Nace una leyenda


El hombre y sus tres hijas lo habían perdido todo, y se vieron obligados a mudarse a un barrio bajo de las afueras de la ciudad. En un acto de desesperación, el arruinado padre comenzó a negociar con los propietarios de burdeles locales. Estaba tratando de vender a su hija mayor como esclava, para dar de comer a sus dos hijas más pequeñas.

Cuando Nicolás se enteró de la situación, sintió un llamado a la acción. La noche antes de que la muchacha fuera vendida, fue a la casa de la familia, esperó que las luces estuvieran apagadas, y arrojó una bolsa de dinero a través de una ventana que estaba abierta. Entonces desapareció antes de que el padre pudiera abrir la puerta para ver quién le había dado un regalo tan grande.

Nicolás debió haber preguntado a sus padres si había alguna forma en que ellos pudieran ayudar, o quizás salió "en misión" a petición de ellos. Sin embargo, no importa quién haya sugerido la acción o provisto los fondos, este acto de bondad fue un ejemplo de la consagración de la familia a las enseñanzas de Cristo. Pero éste no sería un acto de caridad que no volvería a repetirse.

El dinero le duró a la familia más de un año. Cuando se acabó, y el padre pensó otra vez en vender una de sus hijas, otra bolsa de dinero fue provista en secreto en la noche. Un año más tarde, Nicolás regresó de nuevo, pero esta vez fue sorprendido. El padre fue dominado por la emoción cuando vio que la persona que les había provisto para su sustento era un niño.

Secándose las lágrimas, abrazó a Nicolás y le preguntó: "¿Por qué nos diste estos regalos?"
La respuesta fue directa y sencilla: "Porque ustedes los necesitaban".
"Pero, ¿por qué no nos dijiste quién eras?"
"Porque es bueno dar [cuando] sólo Dios lo sabe". La respuesta de Nicolás se convertiría en la base para la leyenda y la manera de dar, modesta y abnegada, que se sigue celebrando en cada temporada de Navidad.


Toda una vida de amor

Los viajes de Nicolás a aquel barrio pobre, no son nada en comparación con lo que él hizo cuando tuvo que enfrentar la mayor tragedia que puede experimentar un niño. Fue durante un período de profundo dolor que vio claramente cuál sería la misión de su vida.
Nicolás estaba en la mitad de su adolescencia cuando su madre y su padre murieron. El tío por el cual le habían dado su nombre, un sacerdote, fue puesto a cargo del acongojado niño. Cuando ambos se encontraban orando pidiendo indulgencia, Nicolás se vio sobrecogido por un sentido de urgencia de vivir de verdad las lecciones que le habían sido enseñadas en su hogar. Sintió que la mejor manera de revivir los ideales de sus padres era tomar su considerable herencia y dar todo lo que tenía a las familias más pobres de la región. Satisfecho de que su acto había honrado a sus padres y también a su Señor, se consagró al estudio. Sintió que si aprendía más acerca de Dios, podría vivir más como Cristo. Después de estar bajo la tutela de su tío, asistió a un monasterio.

Nicolás probablemente se hizo sacerdote antes de llegar a los veinte años de edad. La vida del joven que una vez fue rico, estaba ahora llena de tribulaciones. Bajo los emperadores Diocleciano y Maximiano, los cristianos fueron perseguidos durante diez largos años. Quienes se negaban a abandonar su fe eran a menudo ejecutados. Como líder de la iglesia, Nicolás fue apresado. Pero vio una oportunidad de compartir el evangelio con los demás presos y hasta con los guardias de las prisiones. Inspirándose en las cartas de Pablo, Nicolás exhortó a quienes no estaban tras las rejas, a orar, apoyar el trabajo, y buscar fortaleza en el Señor.





Después de su liberación, Nicolás fue elegido obispo de Myra. Tuvo a su cargo un período de recuperación: daba de comer a los pobres, buscaba refugios para las personas sin hogar, y encontraba familias para quienes habían quedado huérfanos durante la década de persecución. Pasaba buena parte del día enseñando y dando ropa y comida a los niños de las familias más pobres. Por la manera tierna que expresaba su amor y compasión, y porque siempre era visto con una bolsa llena de golosinas y regalos, no es de extrañarse que cada vez que se aventuraba a salir a la calle, parecía tener siempre a decenas de niños agarrados a su capa roja, y yendo detrás de él.

Debido a la influencia que tenía Nicolás sobre la gente de su comunidad, los funcionarios romanos buscaban a menudo su consejo en asuntos de estado. La autoridad que se ganó le permitía actuar en favor de los pobres marginados y sin voz. Muchos líderes religiosos de la época utilizaban los fondos de la iglesia para darse un espléndido estilo de vida, construirse grandes casas, y comprar la mejor ropa y comida; en cambio, Nicolás optó por dar dinero. Mientras viajaba por su distrito, siempre dejaba caer monedas en las ventanas de los más pobres o en los zapatos dejados en los porches de las casas. Aunque sus ayudantes sabían que era el obispo quien repartía esos regalos, Nicolás no permitía que esta información llegara al conocimiento público. Así pues, cuando alguien corría hacia él con la noticia de que había encontrado una moneda en su casa, el obispo sonreía y le aseguraba que Dios había escuchado y respondido sus oraciones. 
Nicolás preguntaba a menudo a los funcionarios de las aldeas dónde podía encontrar a los más necesitados. Viajaba a las zonas más pobres, y sin anunciar su identidad regalaba dinero, comida y ropa, y luego desaparecía antes de que los sorprendidos beneficiados pudieran darle las gracias. La mayoría no tenía idea de que había sido un sacerdote, y surgió la leyenda de que se trataba de un ángel vestido de rojo.
Sin embargo, lo que finalmente lo convirtió en una leyenda fue su amor a los niños. A medida que se hacía más viejo, utilizaba más y más sus fondos para comprarles regalos. Al darles juguetes o golosinas a los pequeños, Nicolás les contaba historias de Cristo y les hablaba del regalo que Él había dado a través de su muerte en la cruz. Luego añadía: "Jesús ama a los niños pequeños, y te ama a ti". Por medio de estos regalos, muchos comenzaron a entender la plenitud de la salvación. Como siervo de Dios, Nicolás se veía a sí mismo como el pastor de un rebaño de ovejas necesitadas y con frecuencia perdidas. Dedicó su vida para ser su voz en un mundo que no parecía interesarse por ellas. Nicolás se convirtió en una leyenda de fe al ganar batallas en favor de los pobres, y convencer a los líderes más poderosos de su tiempo que debían mostrarles compasión y ayudarlos en sus necesidades.

Los actos de servicio de Nicolás fueron tan admirables que cuando él murió, otros siguieron sus pasos. Años después, los niños de toda Myra encontraban regalos en sus zapatos el día de sus cumpleaños. Con el tiempo, la leyenda de Nicolás de Myra creció; centenares de iglesias fueron bautizadas con su nombre. Sin embargo, esto palidece a la luz de lo que su compasiva vida ha llegado a significar para innumerables almas en cada Navidad.

"San Nicolás" no inspiró la tradición de "Santa Claus" por casualidad, sino como un homenaje al espíritu de este hombre extraordinario. Seguro que si Nicolás pudiera ver la alegría en los rostros en todas partes del mundo en la Navidad, estaría contento de saber que sus lecciones en cuanto al dar se enseñan todavía, y que a muchos niños del mundo se les hace sentir especialmente queridos en el día de la celebración del nacimiento de Cristo. Nicolás se pasó la vida regalando todo lo que le daban, y ese espíritu de dar continúa hasta el día de hoy.