lunes, 2 de noviembre de 2009

Las 10 Primeras Cosas en mi Lista.

Las 10 primeras cosas en mi lista

Los recuerdos del pasado mejoran nuestra comprensión del presente

por Renae Brumbaugh

"Lamento tener que decirle esto, pero hemos encontrado un tumor en su cerebro. Si no lo eliminamos, usted morirá". Silencio. "El tumor se encuentra en la parte de su cerebro que guarda la memoria. Si quitamos el tumor, usted olvidará todas sus experi

encias, todas sus relaciones. No recordará nada de su vida".

Miré sin decir nada al médico, sin saber en qué pensar primero. ¿No recordar más a mis hijos? ¿Ni a mi esposo, ni a mis padres, ni mi niñez? "¡Pero, doctor, seguramente hay algo que usted pueda hacer! ¡No es posible que esto… que esto me esté sucediendo a mí!"

El señor de bata blanca se inclinó en su silla, y me dijo: "Hay una nueva tecnología que pudiera funcionar en usted. Podemos almacenar hasta diez recuerdos en un chip, y después de la cirugía reinsertar esos recuerdos en su cerebro. No más de diez, comprenda. Su cerebro sólo podrá tolerar uno de esos chips; más de eso la matará".

Pasé del silencio a la histeria en cuestión de segundos. "¡No!", dije sollozando. "¡No es posible que esto me esté sucediendo a mí!"

"¡Despierta, cariño!" El médico me estaba sacudiendo. "¡Despierta, Renae!" Abrí los ojos y vi a mi marido Mark. Luego miré alrededor de mi habitación, haciéndome lentamente consciente de la realidad.

"¡Estuviste soñando! ¿Estás bien?"

"Sí". Vi como él se arropaba de nuevo con las cobijas. "Te lo contaré en la mañana".

No dormí mucho el resto de la noche. No podía evitar preguntarme: ¿Qué recuerdos conservaría? ¿De cuáles me desharía? Estuve haciéndome una y otra vez esta pregunta en mi mente, revisando los archivos de mi vida. Poco a poco comencé a darme cuenta de que, junto con la tragedia de esa situación, vendría también un regalo fabuloso. ¿Qué tal si pudiera, realmente, deshacerme de toda la basura de mi vida? ¡No más dolor, no más heridas, no más traiciones! ¿Qué tal si cada mal recuerdo de mi vida pudiera desaparecer, y conservar sólo los más valiosos?

Cuando comencé a revisar mis recuerdos, me di cuenta, con tristeza, de que gran parte de mi vida simplemente no valía la pena recordar. ¿Qué había sido de ellos? ¿Qué pasó con todos esos años, días, horas, minutos? Para mí era fácil encontrar los malos recuerdos, y decidí desecharlos de inmediato. Pero de los buenos recuerdos, los realmente fantásticos, no pude encontrar muchos. De repente, lamenté más que nunca el tiempo perdido. El tiempo en que no formé recuerdos, sino que dejé pasar el momento. Pensé en las horas que dediqué a ver televisión, y en el tiempo que pasé angustiándome por cosas que nunca sucedieron. ¿Por qué no pasé más tiempo creando recuerdos hermosos? ¿Por qué razón, cuando tuve la oportunidad de elegir mis recuerdos favoritos, tenía tan pocos?

He aquí, y sin un orden premeditado, los pocos recuerdos que son más importantes para mí:

  1. Día 8 de junio de 1991 —el día en que me casé con Mark Foster Brumbaugh. Estaba tan apuesto en su traje negro. Me sentí como si estuviera viviendo un cuento de hadas.
  2. Día 12 de mayo de 1997 —el nacimiento de Charis Rebecca Brumbaugh, mi hija. Nunca olvidaré la alegría de sostenerla en mis brazos por primera vez.
  3. El estar de pie en la sala del tribunal, finalizando el proceso de adopción de nuestro hijo, Foster James Brumbaugh. Había sido nuestro desde su nacimiento, ¡pero ahora era oficial! El juez sonrió y le estrechó la mano a Mark. Yo lloré. Charis chillaba, ¡y Foster, siguiendo el ejemplo de su hermana, hizo lo mismo!
  4. El estar sentada en las piernas de mi madre en la silla mecedora de nuestra cocina. Ella me leía y me cantaba, y yo me sentía amada.
  5. El estar montada sobre los hombros de papá en el parque, viendo a mi hermano Shelby jugar béisbol. ¡Pensaba que podía tocar el cielo!
  6. El estar parada en la fuente en el centro de Houston con Mark. (Una larga historia).
  7. El cantar el solo de contralto en la presentación del Mesías de Handel en Fort Hood. Yo tenía puesto un vestido azul. Al cantar esa hermosa e inmortal pieza con ese maravilloso coro, recuerdo que pensé: "Esto debe ser un poco como el cielo".
  8. El nadar con mi amiga Stephanie en el tanque de agua de las vacas.
  9. El escoger un árbol de Navidad con papá. Y después aprovechar con mamá las rebajas posnavideñas en las tiendas.
  10. La vez que, estando en el sexto grado, Tammi Johnson se puso a mi lado cuando mis otras supuestas amigas se burlaban de mí. Tammi había sido mi mejor amiga desde el primer grado. Yo no estaba sola.
  11. El olor de la colonia "Old Spice". Me recuerda siempre cuando estaba sentada en las piernas de mi abuelito, oyendo el tictac de su reloj de bolsillo.
  12. El piso manchado de la cocina. (No sé por qué razón es uno de los recuerdos favoritos de mi infancia. ¡Algunas cosas simplemente no tienen sentido!)
  13. El estar, a la edad de cuatro años, descansando en el patio trasero de la casa en un día soleado, disfrutando de la brisa y sintiendo que Dios la había enviado para hacerme cosquillas en la cara.
  14. El abrazar a Charis y a Foster temprano en la mañana, cuando se metían en nuestra cama para estar con nosotros.
Como usted puede ver, he incluido más de diez. Mi vida real no es un sueño. Puedo conservar tantos recuerdos como quiera. Y elijo conservar estos, y muchos más. Elijo ignorar las cosas de mi pasado que no me producen alegría. Elijo extirpar, hasta donde me sea posible, las cosas que me hacen sentir triste, sola, traicionada, herida, confundida, rechazada y temerosa. Elijo concentrarme en lo amable, lo puro, lo bueno y lo justo. Y elijo pasar el resto de mis días haciendo muchas, muchas más cosas hermosas.

"Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad" (Fil 4.8).